viernes, 21 de febrero de 2020

¿Quién es Max Mustermann?

Max Mustermann


Max es un hombre de dinero, con tarjetas en todos los bancos. También es un hombre de sociedad, miembro de todos los clubs. Y es, indudablemente, un hombre de mundo, como sabemos por todas las tarjetas oro que tiene con todas y cada una de las aerolíneas.

A Max no le asustan las tareas domésticas y ha reunido tantos puntos en sus tarjetas de supermercado que podrían y deberían regalarle un crucero. Es socio de todos los museos, de varios gimnasios y de la biblioteca. Pero es un ser humano y, como todos nosotros, en ocasiones enferma. Por suerte lleva siempre encima su tarjeta de la seguridad social y la del seguro extra, por si debe ser hospitalizado.

Un día, Max iba camino de la agencia tributaria y se le estropeó el coche en medio de una rotonda. Nunca había recibido tantos pitidos ni tantos insultos juntos, pero a pesar de ello el incidente no pasó de ser molesto contratiempo. Llamó de inmediato a uno de los tres clubes de automóvil a los que pertenecía y enseguida vinieron a socorrerle. De camino al taller, tuvo una agradable charla con el conductor de la grúa, que por casualidad era miembro de su mismo club de alpinismo.

Aunque esta estampa pueda llevarnos a pensar que la vida de Max es organizada, tranquila y, hasta cierto punto, envidiable, no es tan idílica como parece. Su existencia está teñida, emponzoñada incluso, por la burocracia. Mientras otros operan a corazón abierto, dirigen orquestas o pilotan helicópteros, Max ha tenido que dedicar siempre sus horas a rellenar formularios.
“¿Qué tipo de formularios?” os preguntaréis. Pues de todo tipo: inscripciones en el registro civil, declaraciones de la renta de las personas físicas, declaraciones trimestrales de ingresos y gastos para la pequeña y mediana empresa, solicitudes de subsidio agrario, inscripciones en el registro consular, solicitudes de regulación catastral... La lista es inacabable. Max ha escrito y ha visto escrito su nombre en todos los papeles imaginables.
Un día, incluso tuvo que posar para la policía con el famoso cartelito. Se dejó colocar mansamente ante la cámara, primero de frente y luego de perfil. Su cara mostraba una expresión particular, mezcla de sorpresa, humillación y desafío.
El policía de tráfico que le había obligado a detenerse en el arcén le había dicho que sus datos figuraban en demasiadas multas y que tendría que acompañarlo a comisaría.

Tras una noche insomne en el calabozo, Max Mustermann se dio a la fuga.
Empapelaron la ciudad con carteles de “se busca”, desde los que Max miraba a los viandantes con su mezcla de sorpresa, humillación y desafío. Pero no le encontraron y no ha vuelto a saberse de él.

Las bibliotecas y los clubes deportivos lloran la pérdida de su más querido miembro.


Nota: MaxMustermann es un nombre ficticio que se usa en Alemania y Austria como marcador de posición en plantillas y ayudas para completar formularios y bases de datos. Empezó a usarse en 1978. Su versión femenina es Erika Mustermann.

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