Hoy nos toca
hablar del miércoles.
En castellano es el día de Mercurio, (versión latina de
Hermes). Mercurio era, entre otras cosas, el mensajero de los dioses y por eso
se le representa muchas veces con alitas en las sandalias o en el casco. Qué
mejor que un dios al que le gusta moverse para darle nombre al elemento
“mercurio”, ¿verdad? Pero bueno, que me disperso. A lo que íbamos.
¿A qué
misterioso e interesantísimo dios germánico-nórdico le debemos el miércoles?
Pues a ninguno, la verdad:
Mittwoch
significa simplemente “mitad de la semana”.
“Die Mitte”
es la mitad, en el sentido de “en medio”.
“Die Woche”
es la semana.
Sencillo y
estéril, en comparación con los días que habíamos visto hasta ahora.
Parece ser
que los misioneros cristianos que fueron a evangelizar a los pueblos germánicos
quisieron evitar que se usara el nombre de una deidad precristiana para
referirse a ese día. El dios que se usaba hasta ese momento era Woden, también
llamado Odín, padre de los dioses y el
dios más importante de la mitología nórdica. Los ingleses, que al parecer no se
dejaron convencer a cambiar el nombre del día, sí mantienen la referencia a
Wodan en su miércoles: “Wednesday”.
Por qué tuvo
éxito la iglesia a la hora de doblegar a Woden/Odín, pero no a los otros
dioses, como el del lunes o el martes, es una cuestión
interesante. Quizá les asustaba el hecho de que fuera el dios más importante
para esos pueblos y le pusieron más empeño.
Ahí nos
queda en cualquier caso el insulso resultado, ese aburrido “Mittwoch”, plantado
en medio de la semana.
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